Lo que más llama la atención al viajero que se acerca a Shanghai por primera vez (aparte de su tamaño), tal vez sea el enorme esfuerzo que la ciudad hace por emular la fisonomía de otras urbes, como Nueva York, por ejemlo, que son o han sido referentes culturales y centros financieros de primer orden. Lo que hasta no hace mucho era poco más que una ciudad de pescadores, gracias a su gran cantidad de mano de obra barata, se ha convertido en el mayor motor industrial de China y uno de los puntos económicos más importantes del mundo. Por ello, no es necesario resaltar que los contrastes arquitectónicos y sociales son realmente notables: frente a los templos budistas y construcciones tradicionales (como los jardines Yuyuan) se elevan descaradamente los rascacielos del Bund, y junto a los centros comerciales de las marcas más cotizadas, los mercadillos callejeros donde se puede adquirir casi cualquier cosa.
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