La Babel de nuestros tiempos es una inmensa jungla de hormigón, metal y neón donde las proporciones de sus distintos elementos sobrepasan al visitante incauto. Tal vez es en Nueva York, tan poblada por gente de todo tipo y origen, es donde más fácilmente podemos sentirnos solos. Es una ciudad cruel, en tanto que la propia personalidad de la urbe engulle la de aquellos que la habitan. Hipnótica en cada una de sus estampas, pintoresca, divertida, acogedora, abrumadora... ningún adjetivo parece exagerado para esta ciudad. Su recuerdo nos asalta indefectiblemente cuando nos acercamos al arte del siglo XX, al cine, a las vanguardias arquitectónicas, al teatro o a la música.
domingo, 17 de febrero de 2013
Londres
Londres conjuga como ninguna otra ciudad la más absoluta modernidad con el tradicionalismo más arcaico. Esto se hace patente en los taxis, en la manera de vestir de la gente y en la extensa panoplia arquitectónica de su inmenso trazado urbano. Sus gigantescos parques, perfectamente integrados, son la necesaria mirada de la ciudad a una naturaleza que el británico echa de menos continuamente. Tal vez los londinenses sean los urbanitas más convencidos de que su ciudad es la mejor del mundo, y este sentimiento hace de Londres una destino sugerente, vivo, frenético y único, de grandes contrastes. Posee, por otra parte, una política museística de "pasen y vean" realmente irresistible.
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