Si existe una ciudad elegante y señorial en Europa es Viena. Y si algo del lujo y de la ampulosidad del Imperio Austrohúngaro ha llegado al siglo XXI, sin duda se encuentra aquí. En pocas ciudades podemos sentirnos tan cerca de la magnificencia que ostentaba la Europa de otros siglos, unos tiempos en los que los alegres compases del vals amenizaban veladas interminables, de bailes, vestidos lujosos, estancias doradas y despreocupación por el futuro.