El urbanismo y el paisaje florentino está inevitablemente marcado por la presencia majestuosa e imponente de la cúpula del Duomo, visible desde cada punto de la ciudad. Su cubierta anaranjada refleja la luz del atardecer de manera mágica. Si alguna vez la visitáis no dejéis de subir a un monasterio situado en una colina cercana llamado San Miniato al Monte. Os garantizo que será uno de los recuerdos más bellos de vuestra vida.
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