Una fugaz visita a la pequeña ciudad de Reims puede deparar sorpresas inigualables al caminante aficionado al arte, y suponer un torrente de gozo para aquel que se sienta identificado con la mística verticalidad del gótico. La catedral de dicha ciudad es más que un hito en la historia del arte, es un ejemplo, junto con Nôtre Dame de París, del ideal arquitectónico de esta época. La armonía y la proporción, unidas a un gusto especial por el detalle y el color ofrecen toda una experiencia (si religiosa o no lo decide el visitante) a cualquier ojo sensible. Aparte de este hermoso monumento la villa de Reims nos ofrece también la Basílica de Saint Rémy o un pequeño y desconocido Musée de Beaux Arts digno de admirar. Merci a la famille Tinturier par votre hospitalité!